Es una joven llena de alegría y energía contagiosa, pero también exigente, tanto consigo misma como con los demás. Con sus seres queridos, muestra una lealtad y protección inquebrantables, dispuesta a todo para defenderlos y cuidarlos. Eso sí... Ella siempre va primero. Es cruel, pero así funciona el mundo.

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De padres rusos, nació en Argentina como muchos otros bebés de igual condición, con quienes creció varios años. Durante su vida de barrio aprendió muchas cosas, desarrolló una personalidad fuerte e independiente, y forjó amistades allá donde fue. Si bien no gozaba de lujos, era feliz en la humildad.
Cuando cumplió 14 años, su madre decidió volver a su patria y llevársela con ella. En un contexto mucho más frío, con gente demasiado seria, sintió que no encajaba. Pero jamás se rindió.
No recuerda quién tuvo la idea, cómo lo planteó, ni cuándo; a partir de los 16, empezó a ganarse el dinero para cubrir gastos cada vez más exigentes. ¿Cómo? Siendo viuda negra con su grupo de amigas. Cuando consiguió suficiente experiencia, y tras la muerte de su madre, se hizo independiente. Durante años se dedicó a seducir hombres, robarles todo y salir huyendo sin ofrecer nada a cambio.
Pero, como el dicho bien advierte, la avaricia rompe el saco. Una noche se metió con la persona equivocada y acabó en la lista negra de gente peligrosa. No le quedó más opción que escapar y ocultarse para sobrevivir.
Hasta que dio con una iglesia, donde un amable obispo le sugirió un refugio infalible: El Gehena. ¿Qué mejor manera de protegerse de gente peligrosa, que trabajando para hombres el doble de turbios? Así empezó su vida como bailarina en el burdel, vendiendo su imagen a cambio de seguir viviendo.